Jugamos 4 partidos entre el sábado 9 y el domingo 10 en el torneo
del Club de Campo. El tiempo nos acompañó, nublado a ratos, lo que agradecimos
tanto padres como jugadores que
estuvimos desde las 10:30 de la mañana hasta las 19:00 horas al aire libre.
Había muchos equipos, no sólo de Madrid. Según me comentó
una madre que acompañaba a sus hijos, venían varios de Tarrasa y escuché un
comentario de alguno de Andalucía, pero eso no lo aseguro.
Muy buen ambiente entre toda la gente, colorido y
chiquillería corriendo, barras apoyando a sus equipos y grupos haciendo picnic
al lado del campo de golf para comer.
Los resultados de
todos los colores. Aunque parece que es lo que más importa de un juego, quien
gana, quien pierde, siempre me repito que no es lo importante, que ellos se lo
pasan fenomenal y que nosotros -padres/madres/ hermanos- también. Ganamos uno, empatamos otro y perdimos dos. El
marcador más abultado, en contra en el partido final, contra el Valdeluz, que
es casi de la familia porque lo entrena Miguel Angel, el profesor de hockey del
colegio Rufino (el nuestro, vamos).
Jugamos contra el Zola, Pozuelo, Sanfer y el ya dicho
Valdeluz el sábado y el domingo contra la Complutense A y contra un equipo que
no recuerdo su nombre.
Empezamos ganando, el jugar en hierba era nuevo para los
chicos. La pelota salta más, hace extraños. Pero eso no importa, cada uno de
ellos corrió lo de siempre, un poco más organizados cada día, van cogiendo
posiciones y se van especializando en puestos, delantero, lateral, defensa,
portero. El Zola tiene un portero que evitó muchos goles, Rufino jugó sin
portero, cuando atacaban había que
correr a toda velocidad para defender la portería. Al final del día, el aire no
llegaba y chicos recibieron más goles de los deseados. Pero ellos tan
contentos.
El segundo partido lo empatamos, empezamos con ventaja y
ellos fueron descontando. Al final nos empataron. Echamos de menos el portero,
¡Lucas bernabeu no nos dejes solos ¡
En la tarde llegaron los resultados contrarios, perdimos el
primero y perdimos el segundo. Fueron partidos muy peleados, podríamos haber
ganado o como pasó, ganar los otros. Estoy bastante seguro que influyó el poco
banquillo que tenemos en el Rufino, mientras el último equipo con el que jugamos
cambiaba a todos los jugadores cada cinco minutos nuestros chicos tenían dos
cambios solamente. A las seis y media de la tarde ya no se puede correr lo
mismo y los goles entraron. Irse a la
casa a descansar para regresar al otro día.
El domingo jugamos dos partidos de cierre, fue increíble ver
como jugaron todos los chicos, animados y dispuestos a correr por todas las
bolas. Estuvimos a punto de ganar alguno de los dos pero no se dio. Terminamos a las doce pasadas y nos marchamos
cada uno a sus cosas.
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